jueves, 7 de junio de 2012

Un poco de historia del club con mas hinchada del Paraguay Cerro Porteño


1 de Octubre de 1.912
En los alrededores de la Capilla San Juan, cerca de  una improvisada cancha, se hallaba el domicilio de la familia Núñez. Allí, la dueña de casa, Doña Susana, criaba de la mejor manera que podía  a sus 4 hijos: Nicanor, Antonio, Pastor y Abelardo. En este hogar  humilde – de pura cepa paraguaya, con las costumbres y virtudes que  definen a nuestro heroico pueblo – se reunieron ese día los integrantes  de la barriada que, desde hacía un año, venían soñando con fundar una  institución que llegara a ser "el club del pueblo".
Legado de una batalla
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El club que sería identificado con la combinación  azulgrana debe su nombre a la batalla librada entre las fuerzas de  Buenos Aires (Argentina) al mando del general Manuel Belgrano y el  ejército paraguayo, en el paraje que estaba en las cercanías del  entonces Cerro Mbaé y Rombando (al sur del país y a escasos kilómetros  de las orillas del río Paraná) el 19 de enero de 1.811. En esa ocasión,  nuestros vecinos presionaban al Paraguay para aceptar su status de  provincia en el país que acababa de independizarse del yugo español.
Tras esa gente en la cual el invasor fue repelido por  los paraguayos, el sitio pasó a ser conocido como "Cerro de los  porteños", denominación adoptada por los fundadores de la novel  institución. Entre ellos estaba dona Susana Núñez, quien sugirió los  colores del club como un signo de unión entre los  paraguayos…representados por los 2 partidos políticos tradicionales (el  colorado y el liberal), a los que se agregó el color blanco del  pantaloncito oficial para completar los de nuestra enseña patria.

Un marcante con historia
Al finalizar el torneo del año 1.918, se registró una  igualdad de puntaje entre Cerro Porteño y Nacional, por lo que se tuvo  que disputar una final. El primer juego culminó 2 – 2, el segundo 1 – 1 y  durante el tercero – y definitorio – Cerro Porteño perdía 2 – 0 a falta  de 7 minutos para culminar el cotejo.
Cuando el público cerrista empezó a retirarse, a los 40  minutos descontó. Luego logró 3 conquistas más para triunfar por 4 a 2.  Ahí nació el mote de "Ciclón"
Posteriormente, la fama de volcar resultados adversos en  grandes victorias, lo hizo merecedor del mote de "El Ciclón de Barrio Obrero". Debido también a su gran aceptación popular, los demás clubes –  para burlarse y creyendo inferirle al máximo insulto- le endilgaron el  apelativo de "el club del pueblo"… que Cerro Porteño tomó, gustosamente,  como su marco en el orillo. Los dirigentes del club "recogieron el  guante" y aceptaron el mote. En efecto, Cerro Porteño fue, es y será "el  club del pueblo". Así lo proclamó la Comisión Directiva en un  comunicado a la opinión pública lanzado en el año 1.920, uno de cuyos  párrafos decía: "El club del pueblo: ese nombre constituye para nosotros  el timbre de orgullo más legítimo surgido de las filas del pueblo,  organizado sobre las bases de la igualdad y de la fraternidad, nuestro  club es, verdaderamente el club del pueblo".
Cerro fue Paraguay
Hasta el mismo fútbol paraguayo se confundió con Cerro  Porteño,
pues sus colores fueron adoptados por las primeras selecciones  que disputaron las primeras justas internacionales…hasta que en 1.920  "nació" la camiseta albirroja con sus pantaloncitos azules, para reunir  en el uniforme deportivo los colores de nuestra bandera nacional.
Una grave crisis
Desde sus orígenes, Cerro Porteño cimentó su grandeza en la  fortaleza moral de su gente. A tan sólo un año de su nacimiento, en  1.913, ya era Campeón de la Liga Paraguaya de Fútbol, en 1.914 fue  subcampeón, lidiando con el que sería su tradicional rival por la  conquista del título de aquel año.
Pero no todo era de color de rosa: Don Roque J Medina, uno  de los socios más activos del club, cuenta una anécdota que retrata  fielmente el espíritu de lucha contra las adversidades que siempre  caracterizaría al club. A finales de 1.914, surge una grave discrepancia  en el seno del club: el entonces presidente, Pedro David Villalba,  resolvió incorporar al equipo a 2 jugadores que no eran del agrado de  los demás dirigentes. Ante esto, la Comisión Directiva y numerosos  socios oponen una abierta resistencia. El ambiente se fue caldeando,  hasta que Villagra planteó por las claras o se aceptaba a sus  candidatos, o se aceptaba su renuncia.
Con los ánimos revueltos, se dio la segunda alternativa:  Villagra se alejó del club…llevándose con él no sólo documentos y  papeles, sino también a una gran cantidad de jugadores y asociados.  Estos fundarían un nuevo club, el Ytororó. Y Cerro quedaría seriamente  golpeado por tan desgarradora sangría.
Resurgir de las cenizas

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Con apenas 2 años de vida, la entidad ya estaba devastada,  pero también corrían vientos de esperanza insuflados por sus fieles  seguidores. Por entonces, Roque Medina venía perfilándose como un  dinámico e inteligente colaborador, concitando el beneplácito y la  admiración de los cerristas. Fue así como un grupo de amigos le propuso  presentarse como candidato a la presidencia del club en la siguiente  Asamblea.
Con la concurrencia de unos pocos asociados sobrevivientes  del terrible vendaval, en dicha Asamblea surgió Don Roque J. Medina como  el líder indiscutido, aclamado y querido que el club necesitaba. En  dicha ocasión, en casa de Don Darío Lima (situada en las calles José  Bergés y Asunción) se eligió la siguiente Comisión Directiva: Roque J.  Medina (Presidente), Abelardo Campos Téllez (Vicepresidente), Clemente  Talavera (Secretario), Humberto Camperchioli (Tesorero), Asunción  Peralta, Antonio Velásquez y Emilio Gómez (Vocales). Juan Denis y  Marciano Palacios fueron designados como miembros suplentes, mientras  que Claudio Cáceres fue nominado como delegado de la Divisional.
Igualdad, fraternidad y pasión
El acta de fundación del Club Cerro Porteño – que inicia el  desfile de glorias de este capítulo histórico- ha recogido los nombres  de sus pioneros para la perenne recordación de las futuras generaciones  de cerristas. Aunque de esa Asamblea no salió electa ninguna Directiva,  se materializó la voluntad de fundar un club donde todos los asociados –  humildes y poderosos, letrados y legos, sin distinciones ni diferencias  – tendrían iguales derechos y prerrogativas. Muy pronto, su hermosa  divisa vendría a simbolizar en el Paraguay la igualdad y la fraternidad…  sin hablar de la pasión. Una pasión que se mantiene viva y resiste el  paso del tiempo y las adversidades…como nuestro heroico pueblo.

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